1 de enero de 2016

Durante los últimos diez años me he desempeñado como abogado para Puerto Rico. Gran número de personas que me visitan buscan un alivio en sus finanzas a través de la Ley Federal de Quiebras. Acuden a mi oficina diversos grupos sociales y demográficos. Quienes más me conmueven son las personas de edad avanzada.

Muchas personas mayores de sesenta y cinco años visitan mi oficina con la misma preocupación: en el ocaso de su vida, sus ingresos s e ven reducidos. Sus ingresos son producto de pensiones, de seguro social o de empleos a los que desean renunciar para así retirarse. Sin embargo, debido a la gran cantidad de deudas que enfrentan viven una vida en angustia o no pueden escapar del trabajo que apenas pueden soportar.

La gran mayoría de las personas de edad avanzada que me visitan cuentan con gran número de deudas, muchas de ellas de tarjetas de crédito y de préstamos personales. Lo curioso de todo es que cuando abundas en la entrevista y entablas una conversación, notas que esos clientes son personas humildes, sin pretensiones, ni lujos. Viven de forma sencilla y a duras penas pagan sus deudas.

La gran mayoría de estas personas de edad avanzada han acumulado deudas por las siguientes razones:

  1. Su nivel de ingresos mientras trabajaban les permitían incurrir en ciertas deudas y ahora que se acogen al retiro (voluntario u obligado) el dinero que reciben no es suficiente para sufragar sus deudas;
  2. han intentado infructuosamente mantener su estilo de vida con la esperanza de conseguir un trabajo que compense la reducción de ingresos luego del retiro;
  3. con el retiro aumentan los gastos médicos y el costo de vida en general;
  4. mantienen no solo sus gastos personales, sino los gastos de hijos o nietos que viven de ellos;
  5. incurren en deudas para complacer a familiares, hijos o nietos que se aprovechan de la bondad o senilidad para su beneficio personal (es fuerte decirlo de esta manera, pero asumo la responsabilidad de mis palabras).

En casi todos los casos, estas personas de edad avanzada se sienten muy orgullosos de su empírica crediticia y son personas que, sin poder, quieren cumplir con el pago a sus acreedores. Sienten vergüenza y temor en considerar una petición de quiebras y a veces, con tal de pagar sus deudas, prefieren evitar atender una condición médica o se privan de tener una vida decente.

Estas personas, en muchas ocasiones, son el blanco de cobradores o agencias de cobro, que sin consideración de clase alguna, les llaman en horas no adecuadas, les hablan de manera grosera y agresiva, visitan sus hogares de forma intimidante y amenazando ilegalmente a las personas mayores de edad en clara violación a leyes estatales y federales.

Estos ejemplos no son inventados ni cuentos de novelas. Es triste saber que en nuestra isla situaciones como esta suceden a diario a la vista de todos y todas. Nuestros ancianos son víctimas de acreedores inescrupulosos y de familiares que abusan de la bondad de las personas mayores.

Quiero en el día de hoy brindarle al público, en especial a las personas de edad avanzada unos consejos que pueden servirles de utilidad.

  1. Si tiene una casa salda, no se le ocurra hipotecarla para pagar deudas.

Antes de hipotecar o gravar su propiedad, considere otras alternativas como la Ley Federal de Quiebras. Muchas personas mayores optan por refinanciar sus propiedades o hasta gravarlas con un “Reverse Mortgage” para pagar deudas descargables en una bancarrota. La experiencia es que estas personas hipotecan su casa para luego tener que incurrir nuevamente en deudas. Al final del día podría perder su hogar. Al acogerte a una Ley de Quiebras puede liberarte de deudas sin tener que hipotecar su casa. Oriéntese primero.

  1. Antes de tomar un préstamo garantizado con su dinero de su retiro, oriéntese.

Cuando solicitamos un préstamo garantizado con nuestro “retiro” lo que estamos proponiendo es que, si no podemos pagar, la institución de retiro puede quedarse con los fondos que suplen nuestro retiro. Más aún, al tomar un préstamo a su retiro, lo que hace es gravar y garantizar el pago de ese préstamo con los fondos que utiliza para vivir.

Muchas personas toman estos préstamos para pagar deudas que son completamente descargables bajo una petición de Quiebras. Antes de tomar un préstamo de retiro, por pequeño que parezca, oriéntese. Puede ser que al final del día incurra en la deuda con la institución que maneja su retiro y acumule otras deudas adicionales causando un desastre financiero. Oriéntese primero.

  1. Nunca sirva como codeudor en una deuda, mucho menos en préstamos estudiantiles para sus hijos o familiares. Amamos a nuestros familiares.  Sin embargo, tenemos que entender que tenemos que prepararnos para el futuro. Tenemos que reconocer que, si le sirves como codeudor a un familiar, si esa persona no paga, responderás por esa deuda. Todos los días veo personas que tienen que radicar quiebra porque su codeudor no cumplió con la deuda. Si ya le “dio la firma” a alguien, es momento de orientarse con un abogado.
  1. Nunca sirva como codeudor préstamos estudiantiles de sus hijos o familiares
    Tenemos que entender que los préstamos estudiantiles no son descargables (o muy difí­cil de liberarse de ellos)
    . Si usted sirve como codeudor en un préstamo estudiantil, usted se obliga con el pago de esta deuda no descargable. Recientemente llegó una persona a mi oficina que le sirvió como codeudor a un familiar en préstamos estudiantiles para estudiar medicina. Un dolor de cabeza para cualquiera.
  1. No te dejes intimidar por acreedores inescrupulosos. Existen mecanismos para detener gestiones de cobro. Los consumidores tienen mecanismos legales para detener cobradores que llaman a horas no adecuadas, se aparecen en tu trabajo, en tu casa o te llaman hostilmente.

Es importante saber que muchos de los mecanismos de intimidación que utilizan los acreedores son falsos o no son inminentes como suelen decir. Muchos acreedores utilizan la amenaza de embargo, congelación de cuentas o hasta cárcel. Tenemos que entender que nuestra Constitución, la Constitución de Estados Unidos de Norte América y leyes estatales como la Ley de Hogar Seguro y leyes federales como la Ley Federal de Quiebras y el Fair Debt Collection Practice Act proveen protecciones a favor de individuos como nosotros. Si está¡ atravesando por una situación similar, no dude en orientarse con un abogado.

  1. El crédito es importante, pero si ya no te prestan, ¿para qué sirve?

Esta recomendación la dejé para último porque quiero explicarla para no ser mal interpretado. Es importante que como ciudadano paguemos nuestras deudas. Es motivo de orgullo tener un crédito perfecto, una empírica alta y un buen margen prestatario. Esto nos permite como individuos poder evolucionar en nuestras finanzas. Sin embargo, si ya no puedes llevar comida a la mesa, si ya no puedes comprar tus medicamentos o si ya no puedes tener una vida digna, ¿para quésirve?

Tenemos que entender que el crédito no es solamente tener una empírica alta. Para que una institución financiera te preste, es necesario, no solo tener una buena puntuación crediticia; es necesario que tus ingresos no se encuentren comprometidos con las deudas. Si tienes tus ingresos comprometidos, por más crédito o empírica que tengas, no te van a prestar dinero. Entonces, si no puedes consolidar deudas sin que te requieran un colateral o un codeudor, con el mayor de los respetos: ¿de qué crédito estamos hablando?

Es necesario que en cierto momento consideres orientarte sin compromiso para determinar si una bancarrota es la solución a tus problemas financieros. A veces es el momento de sacrificar nuestro crédito para poder liberarnos de deudas tener una vida decente.

Si usted está atravesando por alguna situación similar a las aquí expuestas, es muy importante que se oriente con un abogado que atienda casos de quiebra. En nuestro estudio legal la orientación es completamente libre de costo y sin compromiso. Recuerde que todos y todas tenemos la necesidad de vivir una vida plena y utilizar todas las leyes y mecanismos a nuestra disposición para tener una vida digna.

Por: Licenciado Jaime Rodré­guez-Pérez